De Costa Rica a Porto do Molle, en Nigrán, para aplicar la biotecnología a la producción láctea y cárnica del sector primario en Galicia con un cóctel de bacterias que invierte el proceso de putrefacción y lo empuja hacia la fermentación para generar nueva vida.
Hace cinco años que Carla Salazar y su marido Fernando alumbraron a Bioprana. Tomaron el nombre del vocablo hindú ‘Prana’, que se traduce como la energía vital con un objetivo muy claro: coger lo que la naturaleza ofrece para reparar lo que la sobreproducción y la acción humana han desequilibrado.
Para ello se fijaron en el modelo costarricense, un país efervescente en sostenibilidad donde cuidan mucho de su patrimonio natural como fuente de riqueza e importaron esa tecnología para aplicarla en granjas familiares, cultivos, huertas pero también en grandes explotaciones agrícolas y ganaderas de Galicia.
Mecánica sencilla
La mecánica es sencilla, explica Carla Salazar, cofundadora de Bioprana y directora de Proyectos de I+D. Se aplican los preparados que contienen un cóctel de bacterias sobre lo que denominan subproductos (compost, estiércol y purines) y se desencadena un proceso orgánico que transforma los desechos en materia orgánica válida como abono, fertilizante y sustrato sanador para el suelo.
Con una plantilla de 7 personas de distintos perfiles técnicos y comerciales, Bioprana suma ya más de 600 clientes en la Península. ‘Lejos de lo que pueda parecer, el 99% de nuestros clientes no son empresas con la etiqueta de bio o Eco, sino convencionales”, apunta la directora de I+D. Explotaciones lácteas o cárnicas -tanto de vacuno como de porcino-, pero todavía no han entrado al mercado avícola.
Eligieron Galicia por la dimensión e importancia de su sector primario pero confiesa que les llevó un tiempo penetrar en el mercado, pero la aplicación de nuestros productos en los pasillos de los establos dio muy pronto buenos resultados al apartar patógenos, eliminar olores y mejorar muchísimo el manejo del purín en centros de producción de vacuno-leche o vacuno-carne’, explica Salazar, cofundadora de Bioprana y directora de Proyectos de I+D.
«Lejos de lo que pueda parecer, el 99% de nuestros clientes no son empresas con la etiqueta de bio o Eco, sino convencionales”
CARLA SALAZAR, cofundadora de Bioprana
La empresa, que inició su andadura en 2017, cuenta con una oficina en Pontevedra y un laboratorio en Porto do Molle, Zona Franca de Vigo, con el respaldo de la Axencia Galega da Innovación de la Xunta. Entre personal fijo e indirecto, suman 15 empleos desde el biotecnólogo al departamento comercial.
Formación y cadena de transmisión
“Hemos trabajado mucho en la formación y en la cadena de distribución para ir avanzando y penetrando, pero una vez que lo prueban, comprueban que se eliminan olores, atascos, mejoran tanto el bienestar animal como la producción del suelo y la calidad de las aguas”, resume Salazar, convencida de que la legislación ambiental tanto en el Estado como a nivel europeo ya va indicando ese camino a corto plazo por lo que confía en que la innovación aplicada a la agricultura y a la ganadería siga avanzando por la dirección que marca Bioprana. Una solución ambiental a base de microorganismos vivos para sacar partido a los residuos y reducir los fertilizantes químicos.